Suele ser
sumamente difícil reconocer cuando es nuestra responsabilidad que alguna cosa o
situación inesperada surja en nuestras vidas.
Rara vez hacemos un examen de conciencia que nos ayude a reconocer
nuestras debilidades, nuestros errores o nuestros defectos. Hay personas que nunca son capaces de hacer
un examen de conciencia, hay otros que lo hacen y no encuentran nada malo en lo
que son o lo que hacen, hay otros que lo hacen y se enfocan sólo en lo negativo
y caen hasta en depresión por creerse los peores seres humanos y finalmente,
hay los que hacen su examen de conciencia con verdadera conciencia (valga la
redundancia) y están dispuestos a reconocer su faltas se empeñan en mejorarlas
y hasta en pedir disculpas si entienden que le han fallado o han ofendido a
alguien.
Lamentablemente,
estos últimos no son los que más abundan en nuestras vidas. Sólo aquellos seres humanos de luz, con
verdadero amor hacia el que está a su lado como a sí mismo, es capaz de
reconocer la maravilla que Dios (o la ciencia, según las creencias) hizo con
ellos y aun así tener la humildad de saberse imperfecto y pedir perdón cuando
ha obrado mal.
Esta es la
persona que al ofenderte, se siente peor él mismo de lo que tú puedas sentirte
con su ofensa. El que es fiel a su
familia, porque es fiel consigo mismo y está tan agradecido con la vida que es
capaz de empezar cada día con una sonrisa aunque su cuerpo se rompa por el
dolor físico de alguna enfermedad o condición. Es aquel que está dispuesto a
regalar una sonrisa al que lo necesite, a decir buenos días, hola y
gracias. Un ser de luz al que le agobian
los problemas como a cualquier otro y aun así da gracias a Dios por lo que
tiene y no está mirando lo que tiene el otro.
Aquel que puede decir me alegro de que hayas comprado un carro, una
casa, un televisor con sinceridad sin que medie envidia alguna en sus
palabras. Aquel que cuyas lágrimas
brotan cuando las personas que ama sufren e incluso cuando un desconocido
sufre, llora.
Este es el
mejor amigo, el mejor padre, el mejor hijo, el mejor compañero. Este es el ser
humano que queremos ser todos… y que aquellos arrogantes que hacen su examen de
conciencia creen que son, porque ellos
se creen perfectos. Para estos, el mundo
está mal y ellos son los únicos que tienen la razón. Nunca cometen errores, los errores lo cometen
los demás. Son capaces de ofender, de
herir e incluso humillar a los demás sin algún cargo de conciencia. Por lo
tanto, nunca tienen que disculparse por que nunca han hecho nada malo.
No son
fieles a nadie, pues no son fieles consigo mismos, viven inventándose un mundo
de mentiras en el que terminan viviendo.
Son aquellos que su superioridad como seres humanos les dice que no
tienen por qué decir buenos días, hola o dar gracias a menos que haya un
interés personal de obtener algo al hacerlo.
Son los que te regalan una sonrisa si no les cuesta más remedio. Los que viven pendiente de lo suyo, para que
nadie se los quite, pero no le quitan el ojo a lo que tiene el otro porque piensan
que ellos son los que se merecen tenerlo.
Aquel que solo quiere a los demás en función de lo que puedan
representar para ellos mismos. También
son capaces de llorar pero sólo si no consiguen lo que quieren. Los que cuando caen de sus propios altares tienen
que visitar especialistas por qué no entienden por qué el mundo ha dejado de
girar en torno a ellos.
Están los
otros, los que también visitan especialistas porque son seres tan sensibles que
al hacer su examen de conciencia se dan cuenta de todas sus faltas, de sus
debilidades, de sus defectos y sus actos de ofensa. Contrario al inteligente, que al darse cuenta
de lo que ha hecho está dispuesto a aceptarlo, luchar y pedir perdón si es
necesario para seguir adelante, el sensible se queda sumido en sus errores. Se
piensa el peor ser sobre la tierra, su autoestima baja cada vez más con cada
examen de conciencia.
Piensa que
los demás son superiores y siempre tienen la razón. El arrogante, generalmente se aprovecha de
las debilidades de este para lograr sus objetivos, incluso lo necesita para
creerse el discurso de perfección que tiene grabado en su cerebro. Mientras, el sensible, cuando trata de
defender su punto de vista, contrario de sentirse orgulloso de sí mismo, tiende
a sentirse peor por haber creado una situación tensa. Sufre cuando hablan mal
de él, aun cuando sea consciente de que no es cierto y aun reconociendo el
motivo malicioso que mueve al otro.
No olvida,
aunque lo intente, un error cometido, y rara vez olvida uno que cometa
otro. Se siente tan mal con lo que es su
vida, que piensa que la vida de los demás es perfecta y no entiende por qué la
de él no lo es. Se olvida que Dios o la
ciencia nos hizo imperfectos para aprender y llegar a la iluminación del
conocimiento y con ello a la verdad y la felicidad.
Y por último,
están los que mencione primero, los “cabecita hueca” (por ponerle un nombre, se
les puede llamar ignorantes, tontos, o aprovechados). Son aquellos que nunca han hecho un examen de
conciencia por qué no saben lo que es. Y
si lo saben no saben cómo hacerlo o piensan que no lo necesitan.
Al igual
que los arrogantes, se creen que el mundo gira alrededor de ellos pero por
razones diferentes al arrogante. Los
cabecita hueca de verdad se creen que el mundo gira en torno a ellos no por que
se hayan creído sus propias mentiras si no porque nunca han tenido necesidad de
hacer nada que los haya obligado a pensar lo contrario. Son aquellos que le echan la culpa de sus
propios errores a los demás por qué no sabrían que hacer si se dan cuenta de
que el error fue de ellos, no saben enfrentar la realidad por que no les
conviene. Son los que normalmente se
dice que “viven en Disney”. Su mundo es
pura fantasía.
Pueden ser
ignorantes y hasta brutos, tener rellena la cabeza de guano en vez de masa
encefálica, si es que la tienen rellena de algo. Pero definitivamente no son tontos, a mi modo
de ver las cosas, son los que mejor viven.
Con su “ignorancia” manipulan a las personas que logran acercarse a
ellas. Personas que tristemente se dejan
ser manipulados por no reconocer que cometieron un error… sí, generalmente
quienes le rodean son los arrogantes.
Los mismos que son capaces de hacer lo que sea por guardar las
apariencias y seguir viviendo en su mundo perfecto.
Estos
cabecitas huecas son todo un espectáculo digno de aplauso, por no decir de
risa. A veces pongo en duda si realmente
no reconocen que le joden la vida a la gente o realmente lo hacen a propósito y
con pleno conocimiento de causa.
Es aquel al
que poca gente aprecia realmente o se alegre de verlo, sólo su familia los
termina soportando y la familia de su familia porque no les queda más
remedio. Son aquellos que llegan a un
lugar y automáticamente la gente desearía que se hubiese quedado en su
casa. Rara vez estas personas trabajan,
no sé si por brutos o por listos, pero que mucho trabajo dan. Depende económicamente del arrogante o del
sensible, pero les hace creer que son ellos los que no pueden vivir sin él. En fin que le fastidian la vida a cualquiera
y ellos se quedan como si no hubiese pasado nada.
Hay otros
que tienen de todo un poco, unos días arrogantes, otros sensibles otros
realmente conscientes de sus faltas.
Pero el ignorante, no tiene remedio… toda la vida será ignorante… Así es
la vida…Such is life.
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