Mucho se ha escrito sobre el ser humano más amado sobre la
Tierra y en ocasiones el menos valorado. Ser madre cambia el sentido
total a nuestras vidas. Desde el momento que tenemos un milagro de vida
en nuestros vientres hasta que decimos "adios" eterno con la muerte.
Algunas
tienen la dicha de ver crecer y apoyar a sus hijos durante su vida...
bebé, joven, adulto... y sus vivencias... caminar, hablar, noviazgos,
matrimonios y hasta divorcios... Otras han tenido que vivir la pérdida
de sus hijos antes de tiempo por enfemedad, violencia o accidente.
En cualquiera de los dos casos, nunca se deja de ser madre... es un amor tan intenso que aún la muerte no puede acabarlo.
La
felicidad de nuestros hijos se vuelve nuestra propia felicidad... y sus
tristezas son como cuchillos en nuestras almas... Cada lágrima
derramada por nuestros hijos es un océano para nosotras.
Cada
disgusto que pasan, se hace más importante para nosotros que para ellos y
cada ofensa que le propinan es un insulto a nuestras propias almas. Y
cada ser que lo humilla se vuelve un monstruo y un enemigo en nuestras
vidas, aún cuando ellos a veces no le dan gran importancia.
Eso es
sólo un poco de lo que sentimos al ser madres y es tan hermoso cuando
nos danos cuenta que al igual que amamos a nuestros hijos...
tenemos a alguien que nos ha amado de la misma manera...
Gracias hij@ por hacerme madre...Gracias Madre por hacerme tu hija...
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